jueves, 7 de septiembre de 2017

DIARIO DE UN MAESTRO GRUÑÓN (6-9-2017)

En los últimos días en Facebook, Whatsapp y otros lugares ha aparecido con bastante frecuencia, se ha hecho viral, como se dice ahora, una captura de pantalla, en la que unos padres de unos alumnos festejan que un niño, diagnosticado de Síndrome de Asperger, compañero de sus hijos, haya sido cambiado de clase.



Cuando lo leí, imagino que como todo hijo de vecino, lo primero que me ocurrió es que me indigné sobremanera (y aún lo estoy con algunos de los comentarios). Las madres (curioso que todas las que aparecen en el grupo sean madres), que llevan a sus hijos a un colegio católico, no parecen seguir los dictámenes de la doctrina que dicen profesar. Asco (lo he pensado mucho antes de escribirlo, pero creo que es lo que mejor define lo que siento) siento al leer a la tal Bego, dando gracias a Dios por ello. Sin embargo, algo me llamó la atención, la tal Mamá de Barbi (imagino que Kent estaría en otro curso), que encabezaba su texto deseando que esa solución fuese la mejor para ese niño. Me faltan datos, aunque si creo lo que dice la tía no me falta ninguno, pero debo reconocer que, como profesional de la docencia, en la rama de Educación Especial, se me encendió una luz. 
Una vez ocurrido esto seguí dando vueltas a la cabeza y pensé que lo mejor para ordenar mis ideas era poner negro sobre blanco todo aquello que se me iba pasando por la cabeza y eso es lo que voy a hacer.
Antes de seguir debemos hacer alguna precisión técnica. En la nueva clasificación de la DSM V el síndrome de Asperger ya no existe como categoría, siendo incluido, como otros trastornos relacionados con el autismo en la categoría Trastorno del Espectro Autista. Si alguien le interesa saber cuando una persona puede ser incluida en esta categoría aquí tiene los criterios diagnósticos.


Mucho más importante que el hecho de que alguien tenga síndrome de Asperger, un trastorno desintegrativo infantil o cualquier otro nombre, es la clasificación en función de la necesidad de apoyos que esa persona necesita para hacer una vida lo más plena posible, de acuerdo a sus capacidades. Este aspecto, que aparece como novedad en esta clasificación de la DSM V (que ya apareció hace un par de décadas en lo relacionado con lo que entonces se llamaba retraso mental) es lo más importante que aporta esta nueva clasificación. Quédese el lector con este dato, porque más tarde volveremos a él. 
Una vez explicado este aspecto volvamos al meollo del asunto, que tiene dos partes fundamentales:.
En primer lugar podemos destacar los aspectos relacionados con la reacción de las madres, que ya se ha tratado, por lo que pasamos a otro aspecto: la organización de las mismas para que el alumno sea expulsado de su grupo-clase (véase el comentario de la que dice ser su tía). El poder de los padres, bien en la enseñanza privada, como en este caso, bien en la pública es muy grande (aunque ellos no lo sepan en muchas ocasiones). En la privada, porque son sus clientes, y si estos estos están insatisfechos pierden dinero, y, de rebote, su imagen se ve dañada, lo que supone una mala publicidad para la institución. Por tanto, la política del mal menor resulta aceptable. 
En la enseñanza pública también la tienen, pues los políticos y los altos cargos de la administración no quieren problemas (nadie los quiere) y si alguien insiste mucho puede conseguir lo que quiera. Recuerdo un par de casos en los que se construyó algún IESO porque los padres no querían que sus hijos fuesen a estudiar al pueblo de al lado. 
En la privada y en la pública los padres pueden tener razón en sus reivindicaciones, o pueden no tenerla (basta que uno o dos exaltados muevan al grupo de padres, aunque no consiga el seguimiento de todos ellos, y que un número de ellos se alineen a favor de las tesis de los incitadores para conseguir sus propósitos). Ya sé que esto último no es popular, pero visto desde dentro, y desde fuera (yo también soy padre) , las preocupaciones y motivaciones que rigen ciertas actuaciones resultan sorprendentes. 
Por otra parte, me gustaría hacer hincapié en el peligro de las redes sociales (Whatsapp lo es). Todo aquello que se escribe en las citadas redes puede ser fotografiado y el que hace esto puede utilizarlo como quiera. En este sentido resulta prioritario seguir incidiendo en nuestros alumnos en los aspectos relacionados con el uso de las redes sociales, sus virtudes y sus peligros.
Las rede sociales pueden constituir una forma magnífica de transmitir información, pero también también puede servir para que, como dije un par de párrafos más arriba, puede ser utilizadas para acosar a profesionales de la educación o a alumnos, sentando las bases para un linchamiento, que no es otra cosa que escudarse en la manada para atacar y destrozar a alguien.
Expuesto lo anterior creo que debemos pasar al asunto central: el niño.
Cualquier centro educativo debe orientar su labor a dar respuesta "educativa" a los alumnos para que estos consigan el mayor nivel de desarrollo posible. No vamos a entrar en discusiones sobre integración, inclusión y otras cuestiones, pues nos desviaríamos del tema que nos ocupa hoy. Las necesidades de los discentes pueden ser múltiples, temporales o continuas y referidas a distintos aspectos del desarrollo. Por ejemplo, un niño puede ser brillante a actividades que consideramos académicas, pero tener una pésima coordinación. Muchas de estas  necesidades son tan poco significativas o tan puntuales que el mero día a día, sin necesidad de programas específicos, hace que desaparezcan. Sin embargo, otros alumnos presentan unas necesidades educativas más acentuadas, que necesitan de un trabajo más específico y programado por parte de los profesionales. Todo ello, encaminado a conseguir el mayor desarrollo posible del alumno, como se dijo con anterioridad. Es en este momento donde el sistema debe poner todo de su parte para conseguir este fin: maestros especializados, modalidades de escolarización adaptadas a las necesidades del alumnos, cuidadores, adaptaciones de acceso al currículum (por ejemplo una rampa o un ascensor para un niño que necesita silla de ruedas para sus desplazamientos) , adaptaciones del currículum e, incluso, fisioterapuetas u otros profesionales específicos como los que aportan la ONCE.
En definitiva, se trata de poner toda la carne en el asador por y para esos alumnos.
Leo que el niño que nos ocupa hoy estaba escolarizado en una clase con otros 35 alumnos, lo cual, de entrada me parece una ratio (relación alumnos por docente) alta. Sobre las características del alumno las únicas informaciones, contradictorias, son las de la persona que dice ser su tía y las de las madres del grupo de Whatsapp; por tanto, opinar sobre las necesidades educativas del alumno resultaría una gran osadía por mi parte. Pero sí me gustaría hacer una aclaración desde el punto de vista profesional, a lo que he leído en las redes y que creo puede aportar algo de luz a todas aquellas personas que desconocen, y no tienen que conocer, porque no es su profesión, como funciona, o debe funcionar, la atención a un niño con necesidades educativas especiales.
Mucha gente cree que escolarizar a un niño en un centro educativo ordinario es lo mejor para él, porque así es "normal". A pesar del buenismo de tal propuesta, flaco favor le harían a determinados niños. El concepto normal/anormal delata que se tiene un canon sobre lo que es adecuado o no. Un canon que, por lo general, se encuentra dentro de las teorías implícitas no declarativas. Sin embargo, ese canon no ayuda al niño, al contrario, con necesidades educativas. Cada uno nacemos con unas características y necesitamos determinadas ayudas para alcanzar nuestro límite, o algo parecido.
Si el lector se acuerda hace un buen rato escribí que iba a volver a hablar sobre la importancia de las ayudas y su intensidad. Éste es el momento.
Como he dicho, desconozco las necesidades de ese niño, pero sí sé, porque he trabajado en centros de educación especial, las necesidades de otros niños y la imposibilidad de dar respuestas a esas necesidades desde centros "ordinarios". Las características de estos chavales necesitan una mayor atención, una forma de trabajar más específica y trabajar contenidos que resultan difíciles de trabajar en clases de centros ordinarios. Imagine el lector un alumnos con serios problemas conductuales, que necesita tranquilidad, un trabajo muy dirigido y sistemático para adquirir las destrezas necesarias para disminuir esos comportamientos, en una clase con otros veinticinco alumnos en la que está trabajando el mínimo común múltiplo. Ese alumno puede necesitar, por ejemplo, una modalidad de escolarización combinada. No debe preocuparnos el tipo de centro en el que el alumno esté escolarizado, debe preocuparnos si desde ese centro se le da una respuesta a las necesidades y eso redunda en una mejora en él, que le permita, de manera progresiva, llevar una vida lo más "normal" y autónoma posible.
Lo mismo se puede decir de aquellos alumnos que por sus necesidades educativas necesitan una atención muy especializada para conseguir desarrollar todas sus potencialidades. Un centro de educación especial no es un gueto. Es un centro educativo en el que se dan respuestas educativas, y de otro tipo, a alumnos que por sus características necesitan un tipo de ayudas muy específicas.
Pensemos una cosa, una de las virtudes de nuestra sociedad es,o debería ser, la de ayudar a quien lo necesita. Da igual que sean ancianos con problemas para abordar su vida diaria, enfermos crónicos, niños con necesidades educativas especiales... Lo importante es que ayudamos a tener una mayor calidad de vida, o una mejor muerte en algún caso, a aquellos que lo necesitan y eso es lo que deberíamos pensar cuando vemos a un niño con necesidades educativas.
Perdón si, al final, me ha quedado un discurso un poco sensiblero, pero eso es lo que pienso al respecto.
Un saludo.

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