lunes, 31 de enero de 2011

LA FUERZA DE LA COSTUMBRE



Y allí estaba, una vez más sobre su cama, dibujando un escorzo que parecía esperar ser retratado mediante una combinación de millones de puntos digitalizados.  Parecía desear ser retratado por un desconocido que atestiguara  que la postura era real, que no era otra ni podría ser otra.
Allí estaba, una vez más sobre su lecho, espectador de furiosas embestidas de cuerpos desnudos que buscaban saciar su ansia de deseo compartido o de soledad igualmente compartida. Se encontraba sobre su lecho de los últimos años, donde soñó, amó, temió, odió y desesperó.
Debió ser durante la última época de soledad compartida donde aquella canción resucitó del olvido.  Siempre le había parecido un tema que definía la esencia humana como ningún otro conjunto de palabras que hubiera escuchado o leído. Incluso, aunque no se atrevía a decírselo a sí mismo, la música de la misma era un mero accesorio, una envoltura necesariamente prescindible para tan demoledor discurso.
Desde la última vez que había tarareado dicha canción, una vez más en silencio, pareciera que deseaba convencerse a sí mismo sobre la necesidad de lo inevitable, no habían transcurrido más de dos horas. Dos horas que dibujaban un nuevo mundo, un nuevo estado, al que había llegado en soledad, su íntima compañera de los últimos tiempos. En la soledad que proporciona ser espectador de un mundo creado en el artificio de lo estético, en la farsa de la palabra vacua y estéril. Sentía, desde su atalaya que no le defendía de nada, que el castillo construido a base de expectativas y deseos para morar en esta vida no era más que arena, arena al albur de mareas que no comprendía ni deseaba.
Hace apenas dos horas volvió a tararear por última vez la letra:  

Si por costumbre amé,
por costumbre olvidé;
el amor y el olvido carecen de sentido.

(...)
Sin norte ni mitos que seguir
al capricho del azar crecí
como las hojas secas que el viento esparce por ahí.
Si por costumbre amé,
por costumbre olvidé.


Él solía añadir a estas palabras, no entendía muy bien porqué, una última estrofa:

Por costumbre viviré,
por costumbre moriré.


 Ahora, tendido en su cama sobre una gran mancha roja generada por el líquido, ni excesivamente fluido ni excesivamente viscoso, simplemente vital, que hasta hace no mucho manaba de sus muñecas, no volverá a recordar que todo en la vida es costumbre, aunque esta vez tendrá una certeza que siempre será verdad: la única costumbre que le espera desde hoy  y para toda la eternidad es no estar vivo.

domingo, 30 de enero de 2011

IDIOTARIO (XXXVI)

Alcoholismo: patología generada por la ingesta de alcohol metílico que se manifiesta en el enfermo por una dependencia física del mismo. Existen diversas pruebas para detectar dicha enfermedad una de ellas, que permite la detección precoz, está basada en la lectura en voz alta de una serie de letras en una pantalla, si la respuesta es como la que sigue: en la primera línea pone J B, en la segunda: D Y C, en la tercera Doble W y en la cuarta M G, estamos ante un problema incipiente de alcoholismo.

Bajada de tensión: reacción que sufren las personas cuando revisan el recibo de la luz de enero y comprueban los efectos de la subida de precios aprobada por el gobierno.

Discurso de Navidad: programa de televisión de bajo coste, siempre tiene un protagonista, siempre el mismo (se sospecha que hay una protagonista femenina, una tal Larreina, a la que la persona que pone su rostro ante las cámaras cita siempre, pero que nunca ha salido en dicho programa) que se emite una vez al año. El Discurso de Navidad sigue siempre el mismo esquema: presentación, recordatorio de lo mal que nos van las cosas y lo que no espera, el protagonista a ésto lo llama retos, para concluir con una despedida.

Educación para la ciudadanía: asignatura de nuevo cuño en nuestro sistema educativo cuya finalidad es que los estudiantes conozcan el sistema democrático y la realidad de nuestro país. Existen tres opiniones al respecto: la de los que ven necesaria esta asignatura, la de los que la ven mal por atentar contra las leyes divinas y una última, que cobra cada más fuerza, que opina que ante la imposibilidad, cada día más real, de ejercer nuestros derechos como ciudadanos, se cambie el nombre el nombre de la asignatura, para adaptarla a la realidad, y que se pase a denominar: Educación por y para el Mercado.

Escritura jeroglífica: asignatura troncal en la carrera de medicina.


Estética: dícese de un pecho pequeño.

Música militar: conjunto de composiciones musicales utilizadas por los ejércitos tanto en momentos solemnes como en determinados momentos del día para marcar las rutinas de la milicia. A pesar de que en general se considera música de baja calidad es bien sabido que dichas canciones han influido de manera decisiva en movimientos de música actuales como el de los góticos o el Death Metal. Canciones como "La muerte no es el final" o "Soy el novio de la muerte" son una referencia clara para las dos tendencias musicales anteriormente citadas.

Opus Dei: organización religiosa que se pasan todo el día trabajando en la Obra del Señor, que debe ser una obra faraónica, pues llevan trabajando varias décadas en ella. Es tal la magnitud y el esfuerzo que realizan en la obra diariamente que todos acaban agotados, hasta tal extremo que se les olvida tomar medidas contraceptivas, hecho por el cual la mayoría de familias de esta organización son familias numerosas.

Patriota: persona que ama o dice amar a su patria. Se han descrito casos frecuentes de patriotas con esquizofenia patriotera. Estos casos se caracterizan por que el individuo alardea publicamente del amor que siente por su patria, pero se sabe que también ama otras patrias, que tras el nombre de la patria lleva el apellido paraíso fiscal. Esta patología sólo afecta a un número pequeño de personas que tienen en común ser acaudalados.

Plan de evacuación: laxante.



sábado, 29 de enero de 2011

MOLIÈRE IBA A TENER RAZÓN

La pareja de uno hasta hace poco conocía, en cierta medida, los tejemanejes de los laboratorios farmacéuticos. Esta imagen que me transmitió sólo reforzó la que me había presentado anteriormente una amiga médico, con lo que compartía casa de alquiler, y que me había abierto los ojos sobre el poder de la industria farmacéutica y el porqué muchos doctores podían recetar uno u otro medicamento.
La imagen que tenía de tales industrias se fue deteriorando a medida que mi pareja me transmitía ciertas informaciones sobre la experimentación de nuevos medicamentos, de dudosa eficacia y fuertes efectos secundarios, dirigidos a retrasar, en teoría, el efecto de cierto tipo de demencia senil.
Si a esto unimos la sobremedicación, a veces innecesaria, a la que nos vemos sometidos: véase el caso del TDAH, tan sangrante para mi, la vacuna de la gripe A o alguna que otra vacuna infantil que han tenido que retirar al poco tiempo de ser comercializada, mi consideración sobre tales empresas no puede ser peor.
Pero la gota que ha colmado el vaso son las informaciones que a través de la página de Miguel Jara, podéis encontrar el enlace en este blog a la derecha, sobre medicinas que no sólo no son ineficaces, si no que las moléculas que contienen son altamente perjudiciales para los usuarios, pudiendo provocar la muerte de los mismos. En denitiva, la pronta puesta en el mercado de ciertos medicamentos, en ciertos casos apoyado en pruebas no reales sobre los efectos de dichos fármacos, no sólo supone una estafa al consumidor, también puede significar su muerte o problemas serios de salud.
Es evidente que en todo este tinglado hay unas variables que al conjugarse forman un cóctel en algún caso letal. Si unimos las palabras rentabilidad, ganancias rápidas, escasez de tiempo y falta de escrúpulos tenemos los ingredientes. Bien agitado todo ello los resultados saltan a la vista.
Un dato, que podréis leer en el enlace que adjunto, cortito y esclarecedor, el 30% del precio de un medicamento viene determinado por la publicidad que de él se hace, en España el 40%. Es importante añadir a este dato que en nuestro país está prohibido hacer publicidad en los medios de comunicación de fármacos que sólo se pueden utilizar mediante receta médica. ¿Cómo se gasta ese 30 ó 40 % del precio final en los medicamentos que no está al alcance de cualquier usuario en una farmacia?
Invito, una vez más, a que el lector entre en el enlace que le voy a proporcionar, la contraportada del periódico la Vanguardia de hace unos días, y, en dos o tres minutos, saque sus propias conclusiones que, obviamente, puede que no coincidan con las mías.

viernes, 28 de enero de 2011

EL MEDIO AMBIENTE, ANTE TODO BENEFICIO SOCIAL

Se puede constatar fácilmente, a pesar de las diversas teorías antropocéntricas que pululan por este mundo de Dios, que el hombre es un ser vivo más en este bello planeta, por tanto forma parte del mismo como las hormigas, la jara o las bacterias extremófilas.
Sin embargo, nuestra voracidad nos separa de culaquier otra especie.  La necesidad de explotar los recursos del planeta que muestra la especie humana para conseguir un "mayor calidad de vida", está produciendo unos desajustes que están afectando seriamente a muchas especies y a nosotros mismos, aunque algunos lo nieguen.
Sobre el concepto calidad de vida se pueden hacer muchas puntualizaciones, pero es bien sabido por los lectores de este blog mi visión sobre el asunto: calidad de vida no es consumir a troche y moche; en el concepto calidad de vida va ímplicito la conservación de este mundo y el reparto de la riqueza entre todos los seres humanos de mismo. En otras palabras, la Teoría del Decrecimiento. 
Es por eso, aprovechando que esta semana he podido conocer algo más sobre el asunto de la producción de energía limpia, que mi entrada versará sobre el asunto del medio ambiente y alguna de las posibilidades posibles para que no se convierta en el tercio ambiente o el séptimo ambiente.
Tuve la ocasión esta semana de hacer una visita a dos tipos de centrales de generación de energía eléctrica por motivos laborales que no vienen al caso. A uno, tras esta experiencia, se le quedó cara de tonto al conocer la realidad de este mundo. Empecemos con un dato que permitirá al lector comprender mejor lo que he expuesto con anterioridad.
Tal vez sea necesario aclarar que la producción de energía se hacía a través de células fotoeléctricas, en el primero de los casos, y en el otro a través de uranio, energía nuclear.
Como dato curioso aportaré el siguiente: cerrar la obsoleta central nuclear de Garona no va a influir significativamente en el porcentaje total de energía eléctrica producidad en España por este tipo de ingenios. Se cierra una central, poco productiva, y se amplia la capacidad de generar electricidad de alguna otra, como ha sucedido ya, para que finalmente cantidad total de electricidad generada por las nucleares no varíe un ápice o aumente, como intuyo va a ocurrir. Si alguien está interesado que consulte que central ha vuelto ha poner esta semana en marcha uno de sus reactores y, seguramente, podrá comprobar que habrá aumentado su capacidad de producción energética de manera significativa.
Ya se sabe: "semos ecológicos, pero que no muevan mucho la mierda, por si acaso no lo semos tanto".
Pero, al menos desde mi punto de vista, lo más escandaloso es lo que ha ocurrido en este país con la energía fotoeléctrica. Veamos.
Todo el boom ecológico que llevó a tapizar parte del paisaje español de paneles fotovoltáicos no ha sido más que una gran operación de imagen y, de paso y como él que no quiera la cosa, especulativa (adjunto un enlace al final de la entrada donde se explica tal hecho).
Tal vez lo mejor sea conocer un par de datos ilustrativos.
Un conjunto de paneles solares de unos 60 metros cuadrados, de los que se instalaron durante el boom (actualmente son algo más eficientes), sirven para proveer a dos casas, no edificios, de electricidad, siempre que éstas no tengan calefacción eléctrica.
Un segundo dato. Contrariamente a lo que pudiera parecer, el Sol de justicia de este país, especialmente en el Sur y en verano, genera un menor rendimiento en estas placas fotovoltaicas. Su rendimiento óptimo se produce cuando la temperatura es de unos 23 grados, por eso en un país como Alemania el rendimiento que se obtiene de este tipo de instalaciones suele ser mayor.
Antes de seguir quiero hacer una matización: estoy hablando de la producción de energía eléctrica a través de placas fotovoltaicas, no de la energía termosolar, más eficiente.
Es evidente que este negocio sólo funcionó por una sencilla razón: la subvención que recibía la producción de este tipo de electricidad.
A uno ésto le hace mucha gracia y empieza a pensar que realmente lo que interesaba era salir, una vez más, en la foto, a ser posible vestido de verde. Sin embargo también le ha hecho pensar en otras aspectos mucho más interesantes y positivos.
Desde hace tiempo considero que igual que existe, al menos en nuestro país y hasta el momento, el derecho a la educación, a la sanidad o a una pensión (sin comentarios), debería existir un derecho que obligara a las administraciones a conservar nuestro hábitat. Es evidente, que además del papel de las administraciones cada uno de nosotros debe aportar su parte, pero esto ocurre también con la educación, hay personas que aprovechan más las posiblidades que el sistema le da, o con la sanidad, ciertas personas no van al médico hasta que es muy tarde, pero al menos existe una red educativa o sanitaria que favorece a todos los ciudadanos españoles.
¿Dónde quiero llegar con el enunciado del párrafo anterior? Veamos.
Uno considera que la Naturaleza es parte indisoluble de nuestro patrimonio como seres humanos. En otras palabras, su conservación nos permite no olvidar de dónde venimos, terer un mejor nivel de vida (baste ver la cantidad de enfermedades y muertes producidas por la contaminación) e, incluso, un acercamiento diferente a la vida (no es lo mismo llenar parte del tiempo de ocio andando por el campo que consumiendo como robots descerebrados en un gran centro comercial). Seguramente se puedieran aportar más ventajas, pero creo que éstas sirven para ilustrar lo que quiero transmitir.
Para intentar dar coherencia a mi razonamiento volveré al ejemplo de las centrales fotovoltaicas. Imaginemos que se decide que estratégicamente, tanto por un afan conservacionista de nuestro medio como para ser menos dependiente de energías compradas en el exterior, es interesante la creación de plantas de este tipo. Uno considera que en vez de subvencionar la producción de electridad mediante esta tecnología, que pagamos entre todos en nuestro recibo de la luz (ayer estuve ojeando el mío y comprobé que algo más del 40% del importe total del mismo iba destinado a pagar este tipo de "subvenciones" y otras de similar calado), sería mucho más lógico hacer una apuesta real que consistiría (tápense los ojos los neoliberales) en que las administraciones construyan este tipo de centrales y que vendan el producto obtenida en ellas bien a las eléctricas, bien directamente, utilizando las líneas de alta tensión de las mismas eléctricas, a los consumidores. Sería una forma estupenda de abastecer a pequeñas poblaciones e incluo de crear algún empleo (una central de este tipo genera muy pocos puestos de trabajo), ayudando a fijar la población. Es posible que el beneficio económico sea mínimo o nulo, pero el beneficio social, entendido por tal también el ecológico, es infinitamente superior. No sólo eso, si existiera rentabilidad, según me explicaron si que la hay pero es minima, ésta se podría invertir en proyectos de investigación dirigidos a mejorar la eficiencia de la renovables. Curiosamente, al final serviría para invertir en investigación, según muchos uno de los talones de aquiles de nuestro país, y crear más puestos de trabajo de esos que se llaman cualificados y que, parece ser (solemne majadería), que crean riqueza añadida.
Este modelo presentado, que chirría con el imperante, se podría aplicar a los transportes públicos, en determinados lugares las líneas de autobuses  urbanos están gestionadas por empresas privadas, por qué no hacérlas públicas, lo que conllevaría casi con total seguridad poder bajar los precios del transporte, presentando un aliciente más al ciudadano para usar esta forma de movilidad mucho más ecológica. ¿Qué como se bajan los precios? Uno intuye, aquí hablo utilizando la lógica, que la necesidad de tener un cierto margen de ganancias no es tan imperiosa en una empresa municipal, es decir en vez de ganar x se puede ganar x/2 y sin embargo todos ganamos: el ciudadano que utiliza el método de transporte se ahorra un dinero, nuestra atmósfera recibiría menos mierda, la polución en las ciudades sería menor... Es más, sigo proponiendo que si se registraran ganancias por parte de esas empresas de transportes una parte de ellas fuera destinada, de manera estructurada y transparente, a investigación. Se puede investigar sobre combustibles ecológicos, motores más ecológicos e incluso sobre formas de optimizar el transporte público, idoneidad del recorrido de las líneas...
No me resiste a contar un caso que he conocido hace poco al respecto. Hace unos meses llegó a mis oídos que un antiguo presidente de la CEOE, el único vivo, cuyas empresas, al menos una parte significativa de las mismas, han quebrado recientemente, persona cuyo nombre me resisto a poner negro sobre blanco, que gestionaba el transporte público de una ciudad había pedido, no recuerdo si un aval o un crédito al ayuntamiento de tal población, para poder seguir con el negocio de los autobuses municipales. Por supuesto, al menos esa es la última noticia que tuve, se lo denegaron. Parece que no todo lo privado funciona tan bien, pero eso es otra cuestión.
Resumiendo la entrada de hoy, que me ha salido un poco densa y tostón.
Considero que la protección del medio ambiente debe ser una obligacion de las administraciones, como el de proporcionar educación o sanidad a los ciudadanos. Conservar y mejorar la Naturaleza es una forma de inversión social, de mejorar nuestra calidad de vida, que transciende a lo meramente económico. Por ello las adminsitraciones deberían tener un papel fundamental en ello, interviniendo directamente en aquellos asuntos que pudiéramos considerar estratégicos para la conservación y mejora de nuestro hábitat (energía limpia, transporte público...), olvidándose de todas aquellas acciones de cara a la galería que no aportan un beneficio real al ciudadano.
La conservación del entorno también genera riqueza en términos económicos y puede ayudar, ya lo hace, a que los pequeños pueblos no desaparezcan. No sólo eso, bien gestionada es un campo idóneo para dar salida investigadores que actualmente están infrautilizados y que también son parte del patrimonio de este país.
El enlace sobre las fotovoltaicas que prometía al principio es:

Un saludo.

jueves, 27 de enero de 2011

LIBERTAD (II)

Creo recordar que ayer lo dejé justo cuando expliqué lo que para mi significa la libertad y lo que supone.
 Tal vez el lector pueda pensar, seguramente con razón, que nada nuevo bajo el Sol le aprotará lo leído ayer en esta página. No era mi deseo transmitir grandes conocimientos, desconocidos por la Humanidad hasta el momento, a la filosofía, la sociología, la psicología o a la mecánica cuántica. Intuyo que mi limitación intelectual es harto conocida por el lector, tampoco se trata de nada nuevo bajo el Sol. Soy consciente de que jamás pasaré a los libros como el descubridor de algo interesante para la Humanidad. Mi intención, mucho más honesta, no trasciende más allá de ordenar unas ideas inconexas, que permitan germinar una comprensión real, tal vez no definitiva, de una de las características más propiamente humanas entre todas aquellas cuestiones que nos definen como  homo sapiens, animal diferente y característico, ni mejor ni peor que cualquier otro de cualquier especie que habita o haya habitado sobre este planeta.
 Antes de comenzar me gustaría aclarar un aspecto expuesto ayer que pudiera parecer contradictorio, pero no lo es. La capacidad de imaginar, diseñar y poner en práctica opciones para responder ante un asunto determinado no significa que seamos capaces de imaginar y diseñar un número infinito de opciones antes de tomar una decisión. Simplemente somos capaces de ampliar el abanico de opciones, pero este abanico siempre tendrá un número de varillas limitado.
Ha llegado el momento de meternos en harina y seguir con la disertación sobre el tema elegido durante estos dos días para solaz de ese humilde bloguero, la libertad.
La toma de decisiones, como pudimos comprobar, es la base de la libertad, pero ¿qué ocurre si alguien no desea tomar decisiones? La respuesta es obvia: ha tomado la decisión de no tomar decisiones, alguien o las circunstancias decidirán por él, pero, repito, anteriormente ha ejercido su libertad para no decidir. Obviamente se podrá pensar que una persona ante tal circunstancia demuestra su cobardía o capacidad acomodaticia. Tal vez en muchas ocasiones sea así, pero debemos considerar que a veces tomar decisiones es asunto harto complejo y que no siempre estamos preparados para asumir tal complejidad. Generalizar suele acarrear una serie de errores, pues siempre se podrán encontrar excepciones y corremos el riesgo de caer en lo que ayer denominé tontocojonismo (me encanta que  dicha palabra aparezca subrayada en rojo en mi ordenador).
Casi de manera natural el párrafo anterior nos lleva a la siguiente cuestión: el coste y la asunción de ese coste que genera la toma de decisiones. Cualquier opción elegida genera unas consecuencias, unas positivas y otras negativas, asociadas de forma causal. Un ejemplo, si yo elijo no ir a trabajar hoy (la verdad es que no tengo muchas ganas) podré disfrutar de la cama un poquito más, pero a cambio tendré problemas con mi directora y, posiblemente, con la inspección educativa. He decidido exponer un ejemplo digamos que negativo porque, tal vez, sea más fácil entendible,  pero podría haber elegido otro con consecuencias más positivas.
Deseo hacer un breve inciso aclaratorio para abordar una cuestión. En una gran mayoría de casos  la valoración de las consecuencias es totalmente subjetiva, lo que para mi es bueno, para mi vecino puede ser horrible y viceversa. Imaginemos que para mi tomar una decisión que conlleve mi muerte, si pudiera resucitar, sería una mala opción, sin embargo para alguien que antepone el valor, el servicio a la patria o el honor, morir en combate no sea nada malo.
Una vez hecha esta aclaración sigamos. Como dije anteriormente toda decisión conlleva unas consecuencias, la asunción de estas consecuencias de manera voluntaria (alguien podrá decir, con razón absoluta, que al ser animales sociales que vivimos en comunidad gracias a una serie de normas, esta asunción voluntaria no es tal, pues siempre estará mediatizada por valores, normas… Cierto, pero a eso por el momento no quiero, ni seguramente pueda, dar respuesta. Dejemos, por tanto, el hecho en que nadie nos tenga que obligar a responsabilizarnos de nuestros actos mediante la palabra, la coacción o algo similar), entendida por tal la capacidad de responsabilizarse sin ningún tipo de coacción de las consecuencias de la elección elegida, forma parte indisoluble de la responsabilidad. Nadie es responsable si huye continuamente de las consecuencias de sus actos, o tal vez sí sea libre de no asumir sus consecuencias, pero es evidente que en muchos casos esta forma rehuir la realidad genera más problemas que ventajas. Veamos a lo que me refiero. Imaginemos que alguien mantiene una relación sentimental que es un desastre para esa persona. Sin embargo, a pesar del desastre que supone para cualquiera esta situación, nuestro protagonista no decide afrontar las consecuencias de que se equivocó a la hora de elegir pareja.  Tal vez alguien puede pensar que lo que nuestro nuevo conocido no tiene es valor para romper con su pareja, pero bien visto realmente lo que está haciendo es no asumir una realidad generada por una decisión previa, la de su pareja.
Como bien dije, la valoración de la idoneidad o no de una decisión es tremendamente subjetiva, pesando mucho en ello aspectos varios: momento vital de cada uno (encontrar y elegir un trabajo con un sueldo de 650 euros puede ser fenomenal para un chaval de 16 años, pero a mi me parece una mierda), estado anímico, influencias del entorno, historia previa de la persona, etc. Por tanto, no considero necesario profundizar más en tal asunto.
Sin embargo creo que el siguiente tema merece alguna línea más: mi libertad frente a la del otro. No comparto, en absoluto, el famoso dicho que reza: mi libertad termina donde comienza la del otro. Es más, me parece de una zafiedad insultante. La libertad individual, evidentemente, se ve coartada, tal vez sea mejor escribir restringida , cuando vivimos en sociedad, el ejemplo del trabajo anteriormente escrito creo que es suficientemente aclaratorio, es el eje sobre el que asienta cualquier sociedad. Esta limitación se produce mediante una serie de normas escritas, leyes, y otras no tan explícitas, pero que marcan las relaciones entre los seres humanos de una comunidad. Hasta aquí parece que todo confirma lo del dicho enunciado. Sin embargo en nuestras vidas hay un montón de situaciones que nos obligan a ejercer nuestra libertad no reguladas por esas normas, más o menos acertadas, y que ponen en conflicto la capacidad de decidir, la libertad, de varios seres humanos.
Imaginemos una cuestión como la que sigue. En un centro educativo hay un alumno muy problemático, tanto por su comportamiento como por su bajo rendimiento, que tiene varios maestros o profesores encargados de que el proceso enseñanza-aprendizaje llegue a buen puerto con dicho niño/adolescente. Tres de los docentes se reúnen voluntariamente (es decir lo han decidido libremente) para abordar el asunto. En la reunión el primero expone  que lo mejor es castigar la indisciplina y quitarse al alumno de encima el mayor tiempo posible mediante expulsiones. Un segundo docente expone que lo más apropiado es darle una enseñanza más individualizada, apoyándose en programas de modificación de conducta. El tercero no tiene ninguna idea, o al menos no la expone. Tanto el primer como el segundo docente, el tercero también, siguen las leyes, es decir, en teoría no vulneran la libertad de los demás.
¿Qué haría el lector ante esta situación? Decida lo que decida, especialmente si se pone en el papel del primer o segundo docente, está vulnerando los derechos, la libertad, de alguien, especialmente si nadie da su brazo a torcer. No sólo eso, sus decisiones tienen consecuencias sobre un niño/adolescente al que ni siquiera se le ha preguntado sobre la opción que él escogería, a este niño no se le da la posibilidad de elegir sobre lo mejor para su educación. Entonces ¿dónde comienza la libertad de cada uno? ¿Quién pisa a quién? Como se puede observar la libertad de alguien ni empieza ni termina en un lugar determinado y, por si esto fuera poco, su capacidad de elegir en muchos casos depende del papel que desempeña en la relación, aunque las decisiones le afecten directamente.
La conclusión parece clara: una simple frase ocurrente no es la solución más apropiada para resolver uno de los grandes retos de la Humanidad: vivir en sociedad, intentando lesionar lo menos posible los derechos de las personas que la constituyen.
Pero este tema, tal vez el esencial, lo dejaré para otro día, que intuyo no va a ser mañana.
Un saludo.



miércoles, 26 de enero de 2011

LIBERTAD (I)


Debo reconocer que la entrada de ayer intentó ser una especie de prólogo de la de hoy.
Como dije en alguna entrada anterior, quiero que este blog se convierta en algo muy personal, no mediatizado continuamente por la actualidad, aunque sé que es casi imposible. Me interesa más explorar mis estados de ánimo y transcribir cuales son mis preocupaciones y mis ocupaciones mentales. Evidentemente, esta bitácora debería ir fluctuando en función fundamentalmente de mis estados de ánimo y a eso es a lo que aspiro.
En estos momentos, como el lector habrá comprobado, mi mayor preocupación es el ser humano y las relaciones que establece con el mundo que le rodea, fundamentalmente con el resto de personas de su entorno más o menos próximo. Deseo despojar, en la medida que sea capaz, al hombre de todos los artificios innecesarios, tal vez sea más correcto decir secundarios, para alcanzar una vida medianamente plena. Es en este ámbito donde surge el tema entre los temas: la libertad del ser humano y la libertad en el ser humano.
Abordando el primer punto, la libertad del ser humano, creo conveniente explicar que, desde mi perspectiva, la libertad es algo consustancial a su existencia. Tal vez, al menos a priori, las únicas limitaciones a este hecho sean los condicionantes biológicos: necesidad de alimentarse, de beber, de descanso y de algunas otras menos evidentes, esas que Maslow definió en su pirámide: necesidad de afecto, de amistad… Pero incluso en estas necesidades apremiantes para nosotros podemos elegir en cierta forma: demorando la comida (especialmente los habitantes de los países más ricos), eligiendo amigos…
Tal vez el punto más peliagudo sea el segundo, la libertad en el ser humano. Con este enunciado me refiero a la posibilidad real de libertad plena de la persona. Sería ilusorio defender que el homo sapiens puede hacer lo que le venga en gana, básicamente por dos motivos: las condiciones sobre las que tenemos que elegir nos suelen venir impuestas y, en segundo lugar, el ser humano es incapaz de valorar todas y cada una de las posibilidades reales que le ofrece la vida. Me explico. Imaginemos nuestra vida como un videojuego en el que nosotros tenemos que construir nuestra existencia en base a decisiones, a nuestra libertad de decidir. Observaremos algo tan curioso como que las opciones que nos puede ofrecer el videojuego son muchas más de las que nos ofrece nuestra vida, pero aún siendo mayor el número de posibilidades sobre las que elegir, éstas no dejan de ser un número finito de ellas, existiendo muchas más, una variedad inmensa de circunstancias, muchas de ellas inimaginables por el ser humano. Es decir, aún teniendo capacidad  total para decidir, para controlar nuestro entorno, creo que seríamos incapaces de valorar todas las opciones posibles.
Entonces ¿qué coño es la libertad? Lo más plausible es algo tan simple como que cuando utilizamos la palabra libertad nos referimos a la capacidad de elegir entre diversas opciones.
Visto así la maravillosa palabra libertad, que tantas revoluciones y anhelos ha teñido de legitimidad y esperanza, no es nada del otro mundo. Bien pensado, nos pasamos la vida eligiendo. Precisamente eso, que en muchas ocasiones hacemos de manera tan mecánica como andar o respirar, es una de las cosas más fantásticas que posee la especie humana, posiblemente junto con el lenguaje y la teoría de la mente. Ser conscientes de la posibilidad de elegir entre varias opciones nos convierte en humanos, nos diferencia de la abeja especializada en diferentes menesteres, sin capacidad electiva al respecto, o de cualquier planta. Pero además podemos añadir un matiz importante, a veces olvidado, que nos separa aún más de cualquier otra especie, la posibilidad de “crear” elecciones posibles. La reflexión, la experiencia o la combinación de experiencias, vividas en primera persona o conocidas a través del lenguaje, nos permite pergeñar nuevas opciones, en un principio no visibles o identificables.
Creo que por hoy es bastante, aunque queden algunos de los aspectos más atractivos de lo que supone la libertad. Pero mañana, si así lo elijo, seguiré desgranando nuevos aspectos ligados a la fantástica palabra, que representa una aún más maravillosa acción, libertad.
Un saludo.

martes, 25 de enero de 2011

EL TONTOCOJONISMO

Una de las personas por las que siento cierto aprecio, aún sin conocerle personalmente, es un pediatra llamado Carlos González. Este señor ha hecho una aportación "fundamental" a la vida de nuestro país: considerar que los bebés y los niños son personas. 
¡Pues vaya! podrá considerar alguien, ¡este tipo ha descubierto en pleno siglo XXI el Mediterráneo!
Sinceramente, este señor no ha descubierto nada. Su gran mérito es recordarnos que los bebés no son las palomas de Skinner, predecesor y sistematizador de los conocimientos aplicados por Estivill en su diversos libros. Su gran virtud es recordarnos que nuestros hijos son personas que necesitan cariño, comprensión y nuestro tiempo. La verdad es que mal tiene que andar el patio cuando una persona se hace famosa, al menos en ciertos ámbitos, por enunciar algo tan obvio.
El señor Carlos González tiene una legión de seguidores en España, entre los que me incluyo, por incidir en lo obvio: la importancia de mirar y comprender al pequeño ser humano que denominamos bebé o niño. 
Hete aquí que Carlos González ha tenido a bien lanzar su enésimo libro, cuyo tema central son la vacunas, para escándalo de sus seguidores más radicales. ¿Vacunas? ¿Escándalo? ¿De qué hablamos? ¿Estamos locos? ¿Es Belén Esteban un extraterrestre?
Veamos de que hablamos. Una parte, nada baladí, de los seguidores del pediatra consideran que las vacunas son algo así como un invento del maligno o de las multinacionales farmacéuticas ( a veces tanto da) y que la crianza natural de los niños debe huir de tales fármacos preventivos. 
Uno no es precisamente indulgente con la industria farmacéutica y en este mismo blog ha denunciado alguna vacuna por sus negativos efectos, pero de ahí a negar la eficacia de vacunas como la de la viruela, si mal no recuerto erradicada del globo, enfermedad con una altísima tasa de mortandad, hay un paso muy serio. Es más, el autor creo que sigue la línea de un uso racionalizado de las vacunas (intuyo que estaría en contra de vacunar, si fuera posible, contra el futuro acné juvenil de los niños).
Pero el tema de hoy no es el ultimo libro del pediatra. El asunto que intento tratar en esta entrada es, ni más ni menos, el hecho de como una idea tan justa, considerar a los niños como seres humanos con necesidades, ha derivado, para algunos, en una necesidad de volver a una época, vete tú a saber cual, en la cual los niños se criaban pretendidamente sanos sin la necesidad de tantas cosas.
Evidente y justamente, los niños necesitan cariño, pero ¿es tan evidente que ese cariño se convierta en el eje de la vida de ciertas personas? ¿Es tan evidente que a un hijo sólo le pueden proteger sus progenitores?...
¿Cómo narices una idea tan humana se convierte en una especie de alienación? Esa sería la pregunta total, la que resume todo lo que deseo transmitir.
Desconozco como funciona ese proceso de conversión, pero sí intuyo algunas de las consecuencias de esta toma de postura en este caso y en otros, multitud, similares, entiéndase el caso de seguidores acérrimos o extemistas de religiones, teorías políticas, económicas...
Lo primero que hace el individuo que adopta estas posturas es, aplicando su potestad de decidir, adscribirse a estas teorías "salvadoras", eso es obvio. A cambio renuncia a algo tan importante como la capacidad de sondear posibilidades complementarias que mejoren los postulados de partida (considero que el ser humano es tal, entre otras cosas, por el hecho de conocer y experimentar con mejor o peor resultado, nuevas posibilidades vitales; si esto no hubiera ocurrido seguiríamos vistiendo con pieles, recolectando frutos y cazando con palos). Pero no sólo renuncia a sondear otras posibidades, posiblemente más realistas. Para mantener sus posiciones, inflexibles y contradictorias en muchas ocasiones, renuncia a algo más importante, al menos a mi me lo parece, el contacto real, empático con otras personas. Los seguidores doctrinarios no consideran, generalmente, a los que no opinan como ellos personas, al menos no personas en el sentido lato de la palabra. Son incapaces de entender que otros seres humanos pueden tener preocupaciones,  ideas (equivocadas o acertadas), inquietudes que desean compartir con otras personas y que este acto de comunicación está preñado de sentimientos. La negación de tal hecho es negar a los demás que son seres humanos; es deshumanizar a los que no piensan como ellos, llegando en algunos casos a retratarles como enemigos por el mero hecho de querer hacer algo tan humano como comunicar sus ideas. En el fondo, volviendo al primer ejemplo, es olvidarse de que no sólo los niños son personas, también los adultos, aunque no piensen como ellos, son personas. Para estas personas lo más importante no son sus iguales, lo trascendental es que sus teorías sean válidas. 
Uno piensa que nada es válido para siempre y en todos los contextos y voy a poner un ejemplo al respecto que lo ilustrará. Imaginemos que entran unos tipos malos, muy malos en nuestra casa y nosotros tenemos una pistola a mano, no es mi caso, pero no se lo digáis a los malos. Estos malos, malosos van a agredir a vuestro/s hijo/s. ¿Cuál será nuestra respuesta? Seguramente, vaciar el cargador del arma. Cualquiera de nosotros, seguramente, siente repugancia ante el hecho de que una persona mate a otra, pero ¿qué ocurre cuando las circunstancias varían y nos encontramos en una encrucijada como la anteriormente expuesta? Las circunstancias son las que, en muchos casos, determinan que es lo correcto y lo incorrecto, no nuestra voluntad y moral previa.
Todos estos movimientos salvadores generalmente tienen un nombre y un apellido que siempre es idéntico, ismo. Yihadismo, liberalismo, socialismo, comunismo, mesianismo, fascismo... Pues bien, yo he bautizado a este tipo de intransigencia humana con el poco correcto nombre de tontocojonismo.
El tontocojonismo no es endémico de ningún país ni de ninguna lugar en concreto, creo que se trata de algo consustancial al ser humano. Tal vez una versión hispana del mismo sea aquellas cosa, insustancial y difusa, que responde al nombre de lo políticamente correcto, pero en el fondo no es una variedad más de un hecho universal.
Me gustaría terminar con un ejemplo de tontocojonismo que me pasó este sábado. Hablando con un amigo de economía, no me apetecía lo más mínimo, pero, a pesar de mis intentos ,no hubo manera de parar tal tema, mi interlocutor introdujo en su mensaje neoliberal el hecho tan cacareado por los seguidores de Millton Friedman de que un trabajo para toda la vida significaba que el trabajador no rendía como debiera. Mi respuesta fue inmediata: ¿estás diciendo que yo no hago bien mi trabajo? ¿quién eres tú para criticar mi labor docente? La contestación la esperada: no me refería a ti. Hablo en general. Es lo que tiene el tontocojonismo.
Un saludo.


lunes, 24 de enero de 2011

NADA QUE VENDER

Personalmente, estoy un poco saturado de todo lo relacionado con la política la economía y otros aspectos de similar calado, que poco o nada aportan a mi vida, excepto cabreo y desilusión. Es más, a pesar de lo que pudiera parecer en este blog, me encuentro aposentado en una atalaya construida de escepticismo y de cierto pasotismo. No por que los materiales de dicha atalaya me atenacen e impidan que busque opciones a lo que ocurre a mi alrededor. No, no se trata de eso. Más bien, creo conocer que, de nuevo, descubro que los temas tan "trascendentales" (para las personas que no llegan a fin de mes lo son y mucho) enmascaran otra realidad, la verdadera. 
¿Cuál es esa realidad verdadera? La realidad verdadera es, ni más ni menos, que nos hemos olvidado de que somos seres humanos, que hemos fiado, en muchos casos, nuestras formas de relacionarnos a mediadores, léase el caso del dinero, del éxito, de la religión, a los que además nos hemos empeñado en dar vida propia (véase el ejemplo de la economia que se autorregula, parece tener vida, o el ejemplo aún más gracioso de unas personas que no deseaban aparecer en Google, cuestión a la que ponía trabas la empresa por ser su plataforma de búsqueda, únicamente les faltó defender la idea de que era un ser humano, con sentimientos y familiada, cuya finalidad en la vida era esa única y bendita misión, buscar datos y ordenarlos -yo pensaba que un buscador era un programa informático diseñado por el hombre y que como tal podía ser modificado por el hombre (cuando estudié, hace muchos años,  algo de programación informática, recuerdo que bastaba poner un comando "if" para alterar las condiciones  iniciales de funcionamiento del programa, imagino que la cosa no habrá variado tanto-).
Tal vez sea eso lo que me pase: estoy redescubriendo, de nuevo, que lo que prima en este mundo son las relaciones humanas, con sus excesos y sus virtudes, frente a un sistema cada vez más despersonalizado y absurdo, donde el Dios Progreso parece poder con todo y con todos. Tal vez, lo que heche de menos sea la libertad para ser hombre que nos están birlando de manera constante.
Tal vez por eso hace unos días sentía la necesidad de escribir en una entrada de este blog que se nos olvidaba mirar en el abismo que son las otras personas, que es mi alumno. 
Tal vez sea por eso, por lo que he decidido hacer un blog más mío, donde se me respire por todos los poros, esforzándome menos en impresionar al lector y pasando olímpicamente de tener muchos seguidores. Simplemente me interesa que la gente que lo siga se sienta  a gusto y se sienta  sobre todo eso mismo, persona. 
Tal vez sea eso lo que me pase.
Un saludo.


domingo, 23 de enero de 2011

LA VIDA SIGUE IGUAL

Leamos detenidamente este fragmento del libro “Así quiero ser. El niño del nuevo estado” Editado en Burgos en 1944.
“Nosotros, los subordinados, no tenemos más misión que obedecer. Debemos obedecer sin discutir. Quien manda sabe lo que hace y por qué lo hace… Los españoles tenemos la obligación de acostumbrarnos a la santa obediencia… ¿Y quién juzga al que tiene el máximo poder? Dios y la Historia. A uno y a otra dará cuenta. Los demás no es de nuestra incumbencia”
Procedamos a hacer un ligero cambio, sustituir un sustantivo por otro y añadir un determinante, y obtendremos algo tan curioso como lo que sigue:
“Nosotros, los subordinados, no tenemos más misión que obedecer. Debemos obedecer sin discutir. Quien manda sabe lo que hace y por qué lo hace… Los españoles tenemos la obligación de acostumbrarnos a la santa obediencia… ¿Y quién juzga al que tiene el máximo poder? El Mercado  y la Historia. A uno y a otra dará cuenta. Los demás no es de nuestra incumbencia”
A uno le parece que este párrafo extraído de un libro que destilaba las esencias del nacionalcatolicismo, con las mínimas correcciones pertinentes, sigue teniendo un extraordinario vigor en 2011.
Un saludo.